Hay quien piensa que el control es, en cierto modo, la mayor ventaja del método de cadena crítica. Como la duración de las tareas puede cambiar hasta un 50 % en relación con la estimación, intentar que todas terminen «a tiempo» es inútil, ya que las estimaciones nunca son perfectas.
En lugar de eso, se controlan los buffers creados durante la etapa de planificación.
La gestión de buffers es un componente clave del seguimiento de los proyectos de cadena crítica. Sin embargo, como las estimaciones de las tareas son imprecisas, los jefes de proyecto no deben aplicar técnicas de medición exactas como el análisis de varianza o el valor ganado.
En lugar de eso, deben vigilar con frecuencia el buffer de proyecto y los buffers de alimentación y actuar en función de la incursión en el buffer que se crea con el retraso de las tareas.
Cada buffer debería tratarse como si estuviese dividido en tres regiones de igual tamaño:
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En principio, el primer tercio corresponde a la parte verde, el tercio central a la amarilla y el último tercio a la roja.
Si la incursión está dentro de la zona verde o si existe una incursión negativa (la tarea termina antes de lo esperado), no hace falta tomar medidas.
Si la incursión entra en la zona amarilla, hay que evaluar el problema y considerar diversos procedimientos.
Si la incursión alcanza la zona roja, se deben tomar medidas correctivas. Entre ellas, buscar formas de terminar antes las tareas incompletas de la cadena o acelerar el trabajo futuro de la cadena par volver a sacar la incursión del buffer de la zona roja.
Se puede crear un diagrama de temperatura o un gráfico similar que se puede publicar para ver el consumo del buffer como una función del cumplimiento del proyecto.
Cuando el ritmo de consumo del buffer es bajo, el proyecto está en el objetivo. Cuando el ritmo de consumo es tal que al final del proyecto no quedará ningún o casi ningún buffer, hay que desarrollar medidas correctivas o planes de recuperación para recuperar las pérdidas. Cuando el ritmo de consumo del buffer supera un valor crítico (básicamente, un ritmo con el que se espera que todos los buffers se consuman antes del final del proyecto, retrasándolo), deben ponerse en marcha planes alternativos.